
Hogar María Madre
Cuando tenía 15 años, cursaba 3 medio en el colegio Monjas Francesas de Viña del Mar, pertenecía al grupo de pastoral y con la monja a cargo, partimos de visita a un hogar de menores ubicado en calle Colon, en Valparaiso, esa fue mi primera vez en contacto con niños desamparados.
Mi casa era grande, somos 6 hermanos y cada uno tenía para dormir una cama de plaza y media. Mi mamá y papá trabajan mucho, no nos faltaba nada.

Marcela Jaramillo Pedreros
Cuando fuimos a ese hogar en Valparaíso, mi impresión fue de incredulidad, una emoción me recorrió entera y ese día supe que algo teníamos que hacer.
Ya adulta, de 32 años, ayudaba como voluntaria en un hogar en Viña del Mar, pero, no era mi hogar y no podía tomar decisiones. Yo quería algo más íntimo, más cuidado, con más amor, más profesional. Quería de todo y más.
Fue así, como un día en mi casa de recreo, invite a tomar te a unas amigas y les conté que quería hacer un hogar de menores, acoger con amor, enseñar con pasión. En primera instancia me llamaron loca, yo ya tenía 3 hijos y esperaba un cuarto. Pero, necesitaba que se hiciera realidad, sabía que habían almas que necesitaban nuestro cariño y cuidado.
Fui a dos juzgados de menores en Viña del Mar y pregunte a las juezas de esa época, ¿es necesario un nuevo hogar? Y me respondieron que si, que por favor lo hiciera. Fui entonces a la municipalidad viña y hable con el secretario municipal y me dijo lo mismo. Es muy grande la necesidad y se ofreció a ayudarme a obtener la personalidad jurídica de Organización Comunitaria Funcional, que es solo para la comuna de Viña del Mar. Me dio estatutos base y hasta ahí iba todo bien.
Necesitaba convencer a mis amigas. Luego de una elocuente charla, aceptaron y merecen ser nombradas por su gran aporte, generosidad y entrega. Ellas son Zury Osorio, Andrea Fernández, Cecilia DAmico, Dolly Arrue. Solo nosotras componíamos el naciente hogar …sin nombre aún. Luego Zury propuso el nombre Maria Madre y todas accedimos ya que es de Ella y para Ella. Por eso siempre esta bendecido y protegido.
Para conformar la personalidad jurídica, teníamos que ser por lo menos 18 personas, y comenzamos a recolectar firmas de futuras nuevas socias. Hermanas, tías, maridos, cuñadas, abuelas, etc. Y así obtuvimos la tan apreciada personalidad jurídica comunal. Solo nos faltaba la casa……solo eso.
En una conversación con en ese entonces, mi suegro, Antonio Truyol Alberti, le conté del proyecto y le mostré las autorizaciones ya obtenidas y él, tan generoso como siempre, me dijo: yo te regalo la casa. Fue tan hermoso, la Virgen María , en verdad quería que hiciéramos Su hogar!!!